viernes, 25 de enero de 2008

¿`Res publica´?


Si ahora saliese a la calle y le preguntara a cualquier adolescente que actualmente estudia qué es res publica, probablemente contestaría: “Uala neng, ¿eso es catalán no? Que no publica nada vamos, jajaja…”. Sé que puedo estar exagerando bastante, pero las expectativas actuales no son demasiado alentadoras.


Lo que pretendo decir con esto es que poco a poco está desapareciendo la capacidad crítica de los ciudadanos, su capacidad incursiva en los problemas de esta sociedad. Reina el pasotismo, desde pasar olímpicamente en una reunión de vecinos (que decidan ellos de que color quieren el suelo de la entrada, ya que a mí no me harán caso y acabaré discutiéndome con todos…) hasta acudir a las urnas y decidir sí realmente el señor ZP, Rajoy, Llamazares, etc. representarán mis intereses los próximos cuatro años de legislatura política.

¿Qué está pasando? Sí, quizás el tener un examen de Introducció a l´ordenament jurídic me está absorbiendo, pero aunque dentro de unos meses haya olvidado qué es una derogación tácita, al menos me habrá servido para reflexionar sobre lo que está sucediendo a mi alrededor: mi barrio, mi ciudad... Nos estamos convirtiendo cada vez más en un rebaño de ovejas, sólo nos falta balar (aunque la verdad es que hago muy bien algunas onomatopeyas y muto bien la voz a otros personajes...). Ironías aparte, no sabemos qué queremos, dónde vamos ni tenemos ganas de cambiar las cosas, no nos interesa debatir sobre aquello que no nos gusta o queremos cambiar. Es más fácil pensar "ya lo harán otros por mí, al fin y al cabo mi opinión no sirve de nada".

El riesgo que existe en una democracia participativa es que el ciudadano renuncie a la res publica y se sitúe sólo en el ámbito privado. Sólo hay democracia si los ciudadanos gestionan los poderes públicos, si no lo hacen, se convierte en una oligarquía (poder en manos de unos pocos). La solución pasa por ejercer la profesión de ciudadano: pensar, discutir, deliberar, y finalmente, decidir. Y por eso pienso que el actual sistema educativo está fallando, además de la educación y los valores que se enseñan en casa. Algo pasa cuando muy lejos estamos de la primavera del 68, el movimiento hippie, el boicot de los tranvías de Barcelona en 1951, o los incidentes de la Universidad Complutense de Madrid de 1956.


Hoy por hoy esto es lo que veo: una juventud apagada, sin ideas ni ilusiones, a la que no le gusta pensar, ni reflexionar, ni implicarse en proyectos. Chicos y chicas jóvenes que no quieren estudiar, pero tampoco trabajar, sino seguir viviendo del cuento hasta que papá y mamá decidan cortar el grifo. Chicas a las que sólo les preocupa que su flequillo esté bien colocado y planchado (por alías ‘Espe’, profesora de Inglés y Francés del colegio Sant Josep Obrer). El botellón de cada fin de semana, una sesión de Pacha Light, un mp4, un móvil de 3ª generación, una moto, un grupo de amigas pavitas, un churri del que presumir, un bolso Misako, fumarse el porrito con los amiguetes (el tabaco ya no es guay, ya no se lleva, la maria es más sana), etc. son sus máximos precupaciones del día a día.

Ánimos para Ernest Maragall y Mercedes Cabrera, que hay mucho trabajo que hacer…